EDUCADOR HOSPITALARIO: PEDAGOGÍA HOSPITALARIA
La finalidad de la atención en hospitalización infantil,
no es otra que la de educar para la vida,
papel que corresponde al educador y que indudablemente desborda la
específica labor del personal sanitario. La actividad pedagógica como
complemento de la acción médica en los hospitales ha
tomado carta de naturaleza desde hace años en muy diversos países
europeos y norteamericanos. Se conoce que en décadas pasadas los
servicios de pediatría de muchos hospitales estaban cerrados
incluso a los padres y en este ambiente tan rígido no había lugar
para la educación de los niños.
Fue a partir de la Segunda Guerra Mundial, y debido
principalmente a la labor de pediatras y psicólogos, que estos
servicios de pediatría comenzaron a abrir sus puertas. La razón
fundamental estuvo en las frecuentes y severas alteraciones
psicológicas que sufrían los niños ingresados durante largos
períodos de tiempo en los hospitales, alejados de su entorno habitual.
Los primeros educadores que entraron en los servicios de
pediatría contribuyeron, de forma considerable, a la prevención del
«hospitalismo».
El contexto en el que se imparte cualquier aprendizaje en el
que se ejerce la función educativa no es algo trivial. El hecho de
enseñar unos determinados contenidos en el contexto hospitalario, tanto
por los contenidos mismos que se imparten como por el
modo de hacerlo, hace que la Pedagogía resultante, la Pedagogía
Hospitalaria, cumpla una función nuclear y vertebradora de toda una
experiencia de enseñanza que tiene en sí misma un ámbito propio
y una significación específica, muy distinta y diversa de cualquier
otro quehacer pedagógico.
La Pedagogía Hospitalaria
constituye un modo especial de entender la Pedagogía. Se encuentra
orientada y
configurada por el hecho incontestable de la enfermedad y enmarcada
por el ámbito concreto que constituye la institución hospitalaria donde
se lleva a cabo. Se ofrece como una Pedagogía
vitalizada, de la vida y para la vida, que constituye una constante
comunicación experiencial entre la vida del educando y la vida del
educador, y aprovecha cualquier situación, por dolorosa que
pueda parecer, para enriquecer a quien la padece, transformando su
sufrimiento en aprendizaje (Lizasoáin, 2000). En esta misma línea, Del
Valle y Villanezo (1993) aclaran que la Pedagogía
Hospitalaria no es una ciencia cerrada sino multidisciplinar, que se
encuentra todavía delimitando su objeto de estudio para dar respuesta a
aquellas situaciones que, en la conjunción de los
ámbitos sanitarios y educativos, la sociedad va demandando,
haciéndose igualmente necesarios programas de atención al niño
convaleciente, es decir, concibiendo la convalecencia en el domicilio
como una prolongación del período de hospitalización.
La Pedagogía Hospitalaria se considera además como una ramificación de
la Educación
Especial, por cuanto se ocupa de forma específica de los niños y
niñas con problemas de salud, al fin y al cabo de niños y niñas con
necesidades educativas especiales. Sin embargo, no puede
considerarse como tarea primordial y exclusiva de la Pedagogía
Hospitalaria únicamente la atención del niño hospitalizado y su familia.
El propósito de la Pedagogía Hospitalaria va más allá,
abarcando un panorama mucho más amplio dentro del cual la
escolarización es un elemento más, junto a muchos otros, que forman
parte de la evolución y perfeccionamiento global del ser
humano.
Por tanto, la Pedagogía Hospitalaria está más allá de la medicina y más
allá de las
Ciencias de la Educación, allí donde la reclaman la dignidad y la
solidaridad del niño enfermo-hospitalizado y de su contexto familiar,
tiene más que ver con la salud y con la vida que con la
instrucción y el adiestramiento: sin renunciar a los contenidos
específicos de la educación, va más allá de ésta.
La Pedagogía Hospitalaria es la escuela en el hospital, pero
también lo lúdico y la atención a las familias de los niños
hospitalizados. Actualmente, no existe una formación específica para
estos profesionales, cuando la demanda es muy fuerte (Lizasoáin,
2006). El papel que desempeña la escuela en el hospital es
compensatorio. Resulta fundamental el intento de normalización del modo
de vida del niño. La pedagogía hospitalaria es socializadora, y
por eso son también importantes las actividades recreativas que se
pueden organizar en un hospital, desde un concurso de pintura hasta una
revista de planta escrita por los niños. Cada país
europeo trabaja con unos criterios, y el seminario se concibe como
una puesta en común de objetivos. El referente legal es la Carta Europea
de los Derechos del Niño Hospitalizado, aprobada por el
Parlamento Europeo en 1986. Luego cada país ha elaborado su propia
legislación. En la Comunidad foral aún queda mucho por hacer porque, de
momento, la pedagogía hospitalaria no está legislada
(Ochoa, 2006).
Dentro de la literatura existente en torno a la atención
educativa al niño enfermo, son constantes las alusiones a la
necesaria coordinación entre las diferentes instituciones por las que
éste transita para poder ofrecer una buena acción educativa. En
los últimos tiempos, sin embargo, y debido, en parte, a los cambios
que se han producido en los tratamientos de las enfermedades, que no de
las personas enfermas, esta necesaria coordinación se
ha vuelto doblemente imprescindible. Así, en la actualidad, más que
hablar de un periodo de hospitalización, hablamos de un periodo de
tratamiento, caracterizado por las continuas entradas y
salidas del hospital, por los periodos de convalecencia en casa y
por la posibilidad de acudir al centro escolar de referencia cuando las
condiciones físicas lo permiten. Todo esto implica que no
sea tan sólo la propia escuela del hospital la que trabaje con el
niño enfermo, sino que la escuela de origen tiene que aceptar el reto de
dar cabida al alumno enfermo cuando se encuentra en
tratamiento, y el hogar familiar se tiene que abrir como espacio
educativo de relación ofreciendo su entorno cotidiano como contexto de
escolarización en lo que venimos llamando la atención
domiciliaria. El niño enfermo, de este modo, transita entre
diferentes instituciones y, durante un mismo proceso de tratamiento,
vive en tres ámbitos:
Los estados de salud y enfermedad son abordados dentro de la
pedagogía desde dos ramas diferentes. Por una parte, desde la
educación para la salud, encarnada en el eje transversal del currículum,
que en Cataluña se viene desarrollando a partir del Programa
de Educación para la Salud en la Escuela (PESE), que vela por la
preservación de la salud; y, por otra parte, desde la pedagogía
hospitalaria, encargada de atender al niño enfermo mientras éste
se encuentra ingresado dentro del centro sanitario. El eje
transversal del currículum se ve fuertemente determinado por el peso de
la palabra salud, entendida como un bien colectivo que
corresponde a todo el mundo. Y es en esta línea en la que desarrolla
su contenido, caracterizado por un cierto grado de simplismo, porque se
ha aceptado linealmente la relación desconocimiento -
comportamiento nocivo; y, al revés, información - modificación de la
conducta - prevención. El sujeto es, a partir de esta concepción,
responsable de mantener su salud y, en consecuencia,
culpable cuando la pierde. La herencia de la educación sanitaria
moralizante, por un lado, y médica, en tanto que centrada en el
tratamiento, por el otro, nos lleva a que no se haya establecido
un pensamiento pedagógico que ampare las prácticas educativas dentro
de los hospitales hasta que se produce la generalización de la
existencia de las unidades educativas de apoyo hospitalario, lo
cual ocurrió a partir de los años 80. Desde entonces y hasta la
actualidad, se viene definiendo la pedagogía hospitalaria como:
Así, mientras la educación para la salud se dedica a promover acciones individuales que velan por la salud de lo colectivo, la pedagogía hospitalaria se ha encargado de la enfermedad de lo individual. Si tenemos presente que en la actualidad podemos hablar más de periodos de tratamiento que de periodos de hospitalización, y analizando los esquemas presentados anteriormente, vemos que, aunque el niño enfermo puede pasar temporadas asistiendo a su centro escolar de referencia, la atención educativa que allí se le ofrece no es entendida como pedagogía hospitalaria, dado que el niño no se encuentra en un centro hospitalario. En cambio, la situación vital del niño es la misma, continúa siendo una persona enferma en tratamiento que, aunque retorna a lo cotidiano, no lo hace, naturalmente, de la misma manera ni en las mismas condiciones. Son muchas las dudas que tienen los maestros y las maestras de estos centros de origen cuando deben atender de nuevo al niño en estas fases de retorno no definitivo. Su condición tiene un peso tan importante que lleva a nuevos planteamientos en el momento de relacionarse con él como alumno, a la hora de explicarle las cosas, de exigirle, de jugar, de comer... ¿Podemos decir que los maestros de los centros ordinarios hacen pedagogía hospitalaria en tanto que prestan atención educativa al niño enfermo?.
La atención domiciliaria, a su vez, tampoco recibe el
calificativo de hospitalaria, aunque trabaja con el
niño en un momento en el que claramente está en baja forma. Además, los
profesionales que se dedican a esta tarea se
encuentran con la peculiaridad de tener que realizarla dentro del
contexto familiar, aspecto que da a su acción educativa unas
características que la hacen diferente de cualquier otra situación.
¿Quién se encarga de llevar a cabo esta acción pedagógica? ¿Qué tipo
de formación han recibido para poder hacerlo?.
No existe un planteamiento comunitario que permita una
atención integral, sino diversas instancias, cada una de las cuales
actúa sobre el niño cuando éste ocupa físicamente un espacio en su
recinto. Así, las maestras y los maestros de las unidades de
apoyo en los centros sanitarios atienden al niño mientras se
encuentra en el hospital; los maestros y maestras de su
escuela de origen lo atienden cuando éste vuelve a formar
parte, física y presencialmente, del grupo; y el maestro o maestra
de la atención domiciliaria acude algunas horas a la semana a su hogar
familiar para continuar la acción escolar.
La atención educativa que se presta desde lo que teóricamente
se entiende como pedagogía hospitalaria, según lo que hemos podido
ver, queda totalmente ligada al espacio donde se lleva a cabo, el
hospital; es decir, tan sólo se entiende por pedagogía
hospitalaria aquella práctica educativa que se realiza con el niño
enfermo mientras éste se encuentra ingresado en el centro sanitario.
¿Pero
es ésta la tarea real que llevan a cabo los maestros
y las maestras de las unidades de apoyo educativo dentro de los
hospitales? ¿O se trata de una realidad mucho más compleja que desde la
teoría se simplifica reduciéndola a una cuestión de
currículum escolar? (es cierto que las unidades de apoyo se guían
por el calendario escolar, aunque las enfermedades de los niños no saben
de vacaciones). ¿Cuáles son las necesidades educativas
del niño enfermo? ¿Cuáles son las necesidades educativas de los
profesionales que tienen que relacionarse con ellos en los centros de
referencia y/o en el propio domicilio familiar? ¿Se les
ofrece la formación necesaria? ¿Dónde pueden acudir para recibirla?
¿Existe algún mecanismo de coordinación que les facilite la tarea de
contacto con los maestros y las maestras que han atendido
al niño en el hospital?. En muchas ocasiones es la propia maestra
hospitalaria o el maestro hospitalario, o en otras el supervisor o supervisora de planta, la persona que se
pone en contacto, ya sea a través de la madre o
directamente a través del teléfono, con la escuela de origen y quien
ofrece información sobre el estado en el que se encuentra
el niño y/o transmite las cuestiones que hay que tener presentes
para volver a trabajar con él normalmente. Esta tarea de
coordinación y formación forma parte del trabajo que
los maestros y las maestras hospitalarias desarrollan diariamente en
sus centros. En cambio, existe una marcada falta de difusión de su
trabajo, que comporta, a la vez, una falta de conocimiento
por parte del resto del colectivo de maestros. Este hecho hace que,
hasta que no se encuentran el caso de un alumno enfermo en su grupo, no
sean prácticamente conscientes de la existencia de esta
realidad. Existe, por lo tanto, una clara distancia
entre la situación que vive el niño enfermo y la atención educativa que
le dedican los diferentes profesionales con los que
se encuentra en el tránsito de una institución a otra. La disciplina
pedagógica parte, como vemos, desde supuestos diferentes para atender
una misma realidad, lo que comporta,
lógicamente, una distancia entre los propios profesionales que tan
sólo se puede salvar con el establecimiento de un vínculo voluntario que
permita la transferencia de saberes y conocimientos de
los unos a los otros y viceversa, en pro de una acción educativa
coordinada (Fonollosa Vives, M.T., Dpt. Didáctica y Organización Educativa, Universidad de
Barcelona).
Objetivos de la Pedagogía Hospitalaria:
Encontramos la
justificación de la Pedagogía Hospitalaria, en los efectos psicológicos,
sociales y educativos de carácter negativo, que la
hospitalización puede causar, tanto en el propio paciente como en su
familia.
Es un hecho que la hospitalización puede suponer una
experiencia estresante y asociarse con consecuencias psicológicas adversas tales como:
- Alteraciones
comportamentales (tales como agresividad, conducta de oposición, falta
de adhesión al tratamiento médico, trastornos de sueño,
de apetito, respuestas de evitación, mutismo y dependencia
afectiva).
- Alteraciones cognitivas (déficit de atención o dificultad para concentrarse).
- Alteraciones emocionales (ansiedad, miedos y temores; depresión, apatía o falta de interés por las cosas).
Además, estos problemas se agravan por las consecuencias de la
propia enfermedad (fatiga, cansancio, dolores, malestar,...) y por
las características y la organización de los centros hospitalarios
(uniformidad, monotonía,...). En esta línea son cada vez más
los hospitales que rompen con esta rigidez a base de cambios
arquitectónicos y decorativos.
La labor del educador hospitalario
debería comenzar desde el mismo momento en que el niño ingresa en el
hospital, independientemente de la
enfermedad que padezca o de la duración de su estancia hospitalaria.
Estas características habrá que tenerlas en cuenta, obviamente, para
tomarlas como punto de partida y referencia para la
elaboración de programas de intervención específicos para cada niño.
Pero nunca serán factores excluyentes para dejar de atender
pedagógicamente a un niño. Hay que tener en cuenta que en diversos
hospitales europeos si el niño no va a estar ingresado un mínimo de
días no se le considera susceptible de atención pedagógica, ni se le ofrece la posibilidad de asistir al
aula hospitalaria.
La finalidad de la Pedagogía Hospitalaria, coincidiendo con la
finalidad de la educación, está en el desarrollo integral de la
persona. Sin embargo, y ciñéndonos a la legislación vigente en esta
materia, hay que afirmar que el objetivo principal de la
Pedagogía Hospitalaria se centra actualmente en procurar que los
niños no pierdan el ritmo escolar durante la situación de ingreso
hospitalario. Esta finalidad no es algo cambiante, sino que la
podemos entender como algo permanente de la Pedagogía Hospitalaria,
que debe ir más allá del mero currículo escolar.
Para lograr sus objetivos la Pedagogía Hospitalaria se sirve
de los siguientes modos de intervención: la enseñanza escolar, las
actividades lúdicas, la orientación personal y las estrategias
psicopedagógicas específicas de intervención: estas estrategias
conforman los programas de preparación a la hospitalización infantil
y entre las más empleadas están: la información procesual y sensorial,
los modelos filmados, las técnicas de relajación, la
distracción, la imaginación guiada y el tour.
Junto a esto, no podemos dejar de lado, como otro modo de
intervención novedoso y de futuro, el empleo de las nuevas
tecnologías en el campo de la Pedagogía Hospitalaria. De hecho, son ya
muchas las diversas iniciativas llevadas a cabo en distintas
aulas hospitalarias, que están procurando la comunicación entre
ellas a través de la conexión a Internet. Estamos ante un recurso
potencialmente útil para fomentar el contacto entre niños que
viven la misma situación en distintos hospitales, relacionando al niño enfermo con el mundo exterior e incluso, para conseguir que pueda continuar sus cursos ordinarios a
través de la conexión con su colegio de referencia.
Tampoco debe dejarse de lado a la familia de los pacientes. La
hospitalización infantil conlleva una serie de repercusiones negativas sobre la familia que, además, se agravan si se acompaña de un diagnóstico de enfermedad crónica:
- El impacto psicológico (ansiedad, estrés,...).
- El impacto físico (alteración del sueño, de las relaciones sexuales,...).
- El impacto ocupacional (bajas laborales, importantes gastos económicos,...).
- El impacto social (sentimiento de que la gente les evita, ruptura de las relaciones sociales,...).
La hospitalización puede tener también un impacto
significativo sobre el resto de los hermanos. El niño enfermo llega
fácilmente a convertirse en el centro de la familia y de esta forma los
hermanos suelen sentirse a menudo rechazados o
sobrecargados de responsabilidades. Algunos llegan, incluso, a
sentirse culpables y con cierta responsabilidad sobre la condición en la
que se encuentra su hermano o hermana.
Uno de los cambios que plantea la sociedad actual es el mayor
protagonismo que van adquiriendo los abuelos en el cuidado y
atención de los nietos. La progresiva incorporación de la mujer al mundo
laboral, junto con la reducción de la edad de jubilación y el
aumento de la esperanza de vida en la población, son factores que
potencian este hecho. Así, los abuelos se van convirtiendo también en
agentes activos a la hora de atender a sus nietos durante
el periodo de enfermedad y hospitalización.
Todo lo dicho hasta aquí conduce a la necesidad de diseñar y
aplicar programas de intervención psicoeducativa en el ámbito de la
hospitalización infantil, que incidan de manera especial sobre la
familia.
Retos:
El
ámbito de actuación propio de la Pedagogía Hospitalaria está claro que
es el contexto hospitalario. Dentro de él
realizaremos la labor pedagógica fundamentalmente en el aula
hospitalaria y en las habitaciones de los niños, en aquellos casos en
que éstos no puedan acudir al aula. Sin olvidar extender esta
actuación a las consultas ambulatorias y hospitales de día. También
podemos trasladar la Pedagogía Hospitalaria a los colegios, formando e
informando a los niños acerca de lo que es un hospital,
incluso de las distintas enfermedades más frecuentes, enlazando con
el tema de educación para la salud, tan de moda en la actualidad. La
mayoría de los niños que ingresan en un hospital lo hacen
por urgencias. Si en el colegio se les explica lo que se pueden
encontrar al llegar a un hospital, la ansiedad-estado propia del ingreso
desaparecería en gran medida y, con ello, el ajuste y la
adaptación a la hospitalización serían mayores.
Un
dato a tener en cuenta es
que, en la actualidad, se está reduciendo considerablemente la
duración media de la hospitalización. Esto conlleva un cambio en los
modos de intervención de la Pedagogía Hospitalaria a través,
por ejemplo, de programas específicos de intervención. Este hecho
apunta también hacia la necesidad de establecer una enseñanza a
domicilio para los niños que deban permanecer convalecientes en
sus casas. Es en el Real Decreto de Ordenación de las acciones
dirigidas a la Compensación de Desigualdades en Educación (RD 299/1996
de 28 de febrero), donde se dice que «el Ministerio de
Educación podrá formalizar convenios con entidades públicas y
asociaciones sin ánimo de lucro para el desarrollo de programas de
atención educativa domiciliaria, dirigidos al alumnado con
permanencia prolongada en su domicilio por prescripción facultativa»
(Artículo 20.2).
Para tratar adecuadamente los problemas psicosociales,
educativos y conductuales, derivados de un ingreso hospitalario, se
precisa la colaboración de todos los profesionales involucrados, cada
uno de ellos desde el papel que les corresponda. La falta
de colaboración y comunicación, entre los profesionales de las
distintas disciplinas dedicadas a la atención y cuidado del enfermo
pediátrico, se establecen como aspectos culpables de la
fragmentación existente en la atención psicopedagógica que el
sistema actual ofrece a estos niños y a sus familias. Aunque son grandes
los progresos conseguidos, la falta de interdisciplinariedad
es todavía patente.
Son muchos los profesionales involucrados en
las actividades de Pedagogía Hospitalaria, fundamentalmente
maestros y pedagogos. En primer lugar, debe haber una colaboración
interdisciplinar entre todos ellos, extensible a los
médicos y enfermeras, psicólogos, asistentes sociales, animadores socioculturales (TASOC) y demás profesionales en contacto con
el niño enfermo y hospitalizado, sin olvidar la labor del voluntariado.
Otra característica más de la sociedad actual es el aumento
de la conciencia social, que está llevando a una gran proliferación
de organizaciones no gubernamentales. Este movimiento de solidaridad y
de ayuda social ha llegado también al ámbito de la
Pedagogía Hospitalaria. Así, cada vez son más los grupos de
voluntarios que trabajan en los hospitales atendiendo y acompañando a
las personas ingresadas en ellos. Del mismo modo, y como ya ha
quedado reflejado, la atención a domicilio se está articulando en
torno a estas asociaciones sin ánimo de lucro. Acerca de este punto, es
preciso resaltar el valor, e incluso la necesidad, de
esas ayudas. No obstante, será necesaria una reglamentación sobre
la actuación del voluntariado en este ámbito con el objeto de evitar
interferencias, solapamientos y posteriores conflictos
con la labor de los profesionales de la educación. Los profesionales
involucrados en la atención educativa al niño enfermo demandan
constantemente cursos de formación continua, así como una
formación específica inicial, prácticamente inexistente en la
actualidad. Otro de los grandes retos de la acción educativa con alumnos
hospitalizados está en atender, y abrir más el campo de
acción, a niños y jóvenes con trastornos psiquiátricos.
Del mismo modo, es imprescindible abrir nuevos ámbitos de
actuación y formación en un tema, también presente, como es el del afrontamiento de la muerte.
MARCO LEGISLATIVO:
El marco legislativo que avala la atención hospitalaria es el siguiente:
-
Ley 13/1982 de 7 de abril, sobre la Integración Social de los
Minusválidos. En su artículo 29 establece que «todos los
hospitales tanto infantiles como de rehabilitación, así como
aquellos que tengan servicios pediátricos permanentes, sean de la
Administración del Estado, de los Organismos Autónomos de ella
dependientes, de la Seguridad Social, de las Comunidades Autónomas y
de las Corporaciones Locales, así como los hospitales privados que
regularmente ocupen cuando menos la mitad de sus camas con
enfermos cuya estancia y atención sanitaria sean abonadas con cargo a
recursos públicos, tendrán que contar con una sección pedagógica para
prevenir y evitar la marginación y el proceso educativo
de los alumnos en edad escolar internados en dichos hospitales».
- Real Decreto 334/1985 de 6 de marzo, de Ordenación de la Educación Especial, en su disposición adicional segunda establece
que:
1.
Las Administraciones Educativas podrán concertar con las instituciones
sanitarias públicas, tanto infantiles como de
rehabilitación, así como aquellas que tengan servicios pediátricos
permanentes, el establecimiento de dotaciones pedagógicas, necesarias
para prevenir y evitar la marginación del proceso
educativo de los niños en edad escolar internados en ellas.
2..
Las mismas previsiones podrán adoptarse con respecto a los
establecimientos sanitarios privados que regularmente ocupen
cuando menos la mitad de sus camas con enfermos cuya estancia y
atención sanitaria sean abonadas con cargo a recursos públicos.
-
Ley Orgánica 1/1990 de 3 de octubre, de Ordenación General del Sistema
Educativo. La LOGSE vuelve a incidir en la atención a
aquellos que por diversas circunstancias se ven más perjudicados,
apoyando la Educación Compensatoria, estableciendo en su Título Quinto,
Artículo 63 que:
1. “...los poderes públicos desarrollarán las acciones de carácter compensatorio con las personas, grupos y ámbitos
territoriales que se encuentren en situación desfavorable...».
2..
«Las políticas de educación compensatoria reforzarán la acción del
sistema educativo de
forma que se eviten las desigualdades derivadas de factores
sociales, económicos, culturales, geográficos, étnicos o de otra
índole».
- Real Decreto 696/1995 de 28 de abril, de ordenación de la educación de los alumnos con necesidades educativas especiales,
establece en el artículo 3.6 que «el
Ministerio de Educación y Cultura promoverá la creación, en los centros
hospitalarios y de rehabilitación, de servicios
escolares para el adecuado desarrollo del proceso educativo de los
alumnos de educación infantil, educación primaria y educación secundaria
obligatoria internados en ellos».
-
Real Decreto 299/1996 de 28 de febrero, de ordenación de las acciones
dirigidas a la compensación de desigualdades en
educación. En el apartado referido a la actuación educativa con los
niños hospitalizados, recogido en el Capítulo III, sección 2ª,
establece:
Art. 18.1. «El alumnado hospitalizado mantendrá su escolarización en el centro ordinario en el que desarrolle su proceso
educativo».
Art. 18.2. «Excepcionalmente, cuando no pueda asistir a un centro educativo por permanencia obligada en el domicilio por
prescripción facultativa, podrá matricularse en la modalidad de educación a distancia...».
Art.
19.1. «El Ministerio de Educación y Cultura creará unidades escolares
de apoyo en los centros hospitalarios
sostenidos con fondos públicos que mantengan regularmente
hospitalizado un número suficiente de alumnos en edad de escolaridad
obligatoria. Asimismo, y a petición de instituciones hospitalarias
de titularidad privada, podrá formalizar convenios para la
concertación de unidades de escolares de apoyo».
Art.
20.2. «El Ministerio de Educación podrá formalizar convenios con
entidades públicas y asociaciones con ánimo de lucro
para el desarrollo de programas de atención educativa domiciliaria
dirigidos al alumnado con permanencia prolongada en su domicilio por
prescripción facultativa».
- Circular del 12/11/1996 de la Dirección Nacional de Centros Educativos, que establece los criterios generales para la
organización de las actuaciones dirigidas a la atención de los alumnos hospitalizados y convalecientes. Sus objetivos son:
- Proporcionar atención educativa a los niños hospitalizados.
- Favorecer la continuidad del proceso aprendizaje.
- Favorecer las relaciones socio-afectivas de los niños hospitalizados.
- Fomentar la utilización del tiempo libre y de ocio en el hospital.
En esta ocasión se especifica que los alumnos ingresados en
estos centros hospitalarios y que asisten a las aulas hospitalarias
mantienen su escolarización, a efectos de evaluación y promoción en sus
respectivos centros. Para ello los profesores que
atienden estas aulas deberán mantener una coordinación permanente
con los centros de referencia de estos alumnos.
- Circular 28/01/1997 de la Dirección Nacional de Centros Educativos sobre planificación de actuaciones de compensación
educativa.
-
Resolución del 03/07/1998 de la Secretaría General Técnica en el que se
da publicidad el 18 de mayo de 1998 al convenio
firmado entre el Ministerio de Educación y Cultura, el Instituto
Nacional de la Salud y el Ministerio de Sanidad y Consumo para la
atención educativa a los niños hospitalizados.
- Orden del 22/07/1999 por la que se regulan las actuaciones de compensación educativa.
-
La Ley Orgánica 10/2002, de 23 de diciembre, de Calidad de la
Educación, pese a que dedicó el capítulo VII de su Título I a
la atención a los alumnos con necesidades educativas específicas, no
menciona de forma expresa a las aulas hospitalarias aunque debemos
entender que podría incluirse en la Sección 1ª, destinada a
la regularización de los principios y recursos necesarios para
alcanzar la igualdad de oportunidades. En ella se dice de forma expresa
que «los poderes públicos
deberán desarrollar las acciones necesarias y aportar los recursos
que permitan compensar los efectos de situaciones de desventaja social
que pongan obstáculos a la consecución de los objetivos
educativos».
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